Leo Harlem, monologuista con pasado camarero

Leo Harlem camarero

Me juego el cuello a que le conoces, incluso apuesto a que alguna vez te has echado unas buenas risas con alguno de sus monólogos. Lo que es muy posible que no sepas es que su nombre artístico, su “apellido” Harlem, viene del bar donde estuvo sirviendo copas nada menos que 12 años, el Harlem, en Valladolid.

Hablamos con él sobre aquella experiencia en particular, sobre los camareros en general, e incluso nos cuenta cuáles son sus tragos favoritos.

Estuviste sirviendo muchos años… ¿cómo valorarías aquella experiencia?
Yo estuve trabajando en un bar de copas en Valladolid, el Harlem (de ahí mi nombre artístico), 12 años, hasta el 1 de Marzo de 2003 exactamente. Servíamos desde primera hora de la tarde hasta la madrugada, y aprendí un oficio que va contigo para siempre. Es una experiencia vital impresionante, tiene sus partes malas, por aquello de que mientras la gente se divierte tú estás currando, pero aprendes muchísimo, se educa uno en vivir y en aprender.

¿Recuerdas alguna anécdota que te marcara?
Había al lado un hotel muy importante y por allí pasaron Paul Auster, la Compañía Nacional de Danza cuando estaba con Nacho Duato, Johan Cruyff… mucha gente y muchos recuerdos los de aquella época.

¿Te dejaban muchas propinas?
Pues mira, yo es que además de las copas, hacía algún dibujo, porque se me da bien dibujar, por ejemplo a Paul Auster le hice un dibujo en una servilleta y me dio 2.000 pesetas… que ya era una buena propina, porque para que te hagas una idea un cubata valía 800 pesetas.

A un camarero, ¿qué dirías que es lo que más le puede llegar a molestar?
Las faltas de respeto, llamar con la moneda, hacer el tiki-tiki, el ir de chulo, el hablarte de espaldas sin mirarte… esas faltas de educación, o incluso esa gente que no sabe beber y se ponen un poco tontos, pero bueno eso se va corrigiendo sobre la marcha.

¿Eres más del camarero de toda la vida, el guindilla, o de un rollo más estirao?
La clave de cualquier profesión es conocer la profesión, hay gente que al margen de ser guindilla es muy mal camarero, y otros que siendo top model, no saben el oficio.
Y también pasa al revés, modelos de la alta costura que son profesionales de tomo y lomo, o hay grandes profesionales con un aspecto que deja mucho que desear. Lo suyo es el equilibrio, gente que sepa lo que hace. Yo valoro la profesionalidad, y valoro el entorno de los locales más sencillos, no te creas, no me gusta la sofisticación en exceso.

¿Crees que el camarero debe tener un poco de psicólogo?
Desde luego un poco sí, porque tratas con gente muy diferente. Muchos van al bar a que les escuches, así que te enteras de todo y desarrollas un sexto sentido para saber cuándo alguien la va a preparar o si se va a ir sin pagar. Lo ves venir. Aunque no quiera ser un poco psicólogo, un camarero lo acaba siendo, porque el contacto con la gente es lo que te enseña.

En el restaurante, ¿cómo te gusta que sea el servicio?
Profesional y discreto, no me gusta que estén muy encima. Me gusta un trabajo sencillo, limpio y que te haga sentir a gusto, nada más.

¿Te gusta la nueva mixología o eres más de tragos clásicos?
Pasa como con todo, las cosas evolucionan, pero yo siempre he sido de cubatas. A mi el combinado que me gusta es el Gin tonic, pero el clásico, y el Gordon´s con cola, lo que se llama un Raf. Bueno, también me gusta el Dry Martini y sobre todo el champán. Si yo veo mucha oferta y muchas mezclas, me aturde, acabas agotado de leer esas cartas interminables, yo voy a lo mío, a lo de siempre.

¿Qué consejo le darías a alguien que esté empezando en este mundo?
Que pongan la máxima atención posible, la voluntad de aprender todo lo que puedan, y si pueden, que se especialicen en algo, bien sea como sumiller, barista, camarero de sala, de terraza, que también es un arte. Es un mundo apasionante y una profesión que la llevas contigo. Nunca se sabe, igual ahora estás viviendo en Madrid y por circunstancias te toca irte a Mallorca, pues si eres un buen camarero, eres bueno estés donde estés.