Tecnologías y posicionamiento de marca en la nueva normalidad, por Claudio Mogilner

Claudio Moligner

Este es un período de profunda incertidumbre. Una incertidumbre con una dimensión mucho mayor a la que estamos acostumbrados.

Está claro que habrá un antes y un después del coronavirus. No sabemos si habrá una “era post-coronavirus”, o quizá a partir de ahora sea más adecuado hablar de un “mundo con coronavirus”. Sea como sea, nuestras iniciativas empresariales tendrán que adaptarse a una nueva era. Por ello, tenemos que ser capaces de crear escenarios futuros; aunque hoy en día por la incertidumbre que vivimos nos resulte tremendamente complicado. Debemos ser capaces de analizar el presente y de visualizar el futuro; y para eso es fundamental analizar los cambios sociales, económicos y tecnológicos que estamos viviendo.

Aunque hoy lo que nos atañe es el aspecto tecnológico, repasaremos también algunas claves sociales y económicas, ya que es fundamental entender el presente para anticipar el futuro.

Socialmente podemos destacar que estamos siendo personas más colaborativas. Estamos también descubriendo y disfrutando de las personas con las que convivimos; redescubriendo nuestro hogar y recuperado el sentido de palabras como «cooperación», «solidaridad» o «empatía».

La colaboración entre empresas será determinante en un futuro: solos no podemos. Hemos aprendido que todo nuestro contexto puede cambiar de un momento a otro; y que solos no somos capaces de salir adelante.

Seguramente nos convertiremos en personas que den más importancia a aspectos como la salud y el deporte. Valoraremos más la medicina, la innovación, la ciencia y, por supuesto, a nuestros profesionales. El mundo ha descubierto que hay unas personas llamadas «científicos».

También es posible que nos volvamos más miedosos y precavidos, la seguridad para nosotros será un factor clave. Nos guste o no, el miedo es irracional. Después de un momento traumático como este, el mundo post-coronavirus será un mundo más temeroso. Esto influirá de modo determinante en el comportamiento de los consumidores.

Económicamente estamos viviendo una auténtica catástrofe, cuya magnitud dependerá de cuánto se prolongue el confinamiento y la desescalada, que será larga y progresiva. Debemos entender que nuestros hábitos de consumo están cambiando: es curioso pensar que la economía mundial se está derrumbando porque solo consumimos lo que necesitamos para sobrevivir…

Dicho esto, todo pasa, y esta crisis pasará. Volveremos a las calles, a tener la vida que teníamos.  Antes o después, sucederá.

El mundo que nos aguarda será más digital y tecnológico. Durante el confinamiento, el comercio electrónico ha florecido, viviendo su auténtica era dorada. Un ejemplo de ello es que Amazon ha contratado a 150.000 personas desde que comenzó la pandemia del coronavirus.

Qué podemos hacer nosotros con nuestros establecimientos y empresas

Tenemos que hacer un gran trabajo en pro de la transformación digital de nuestros negocios. Esto no significa quitar el fax y convertirlo en un mail con pdf. No es cambiar los TPV por unos más modernos… La transformación digital es cambiar el chip, pensar en digital: Digital First, como dicen los americanos. Es decir, para cada problema que se nos presenta, analizar qué herramienta tecnológica existente o no, debemos utilizar. Utilizar, en definitiva, la tecnología para que nuestros negocios sean mejores, más eficientes y optimizados para un mejor rendimiento.

Debemos trabajar el marketing digital, la base de la transformación digital. Tomarlo en serio e invertir en nuestra imagen digital, nuestra reputación en internet, nuestras redes sociales, pedidos online, reservas… Comunicar, comunicar y comunicar.

En esta era del coronavirus tenemos que ser capaces de seguir comunicando e informando. Aunque nuestras cocinas y barras estén cerradas, podemos participar en actividades solidarias, aportar valor con información relevante, quizás recordar algún plato que nuestros comensales extrañan… En definitiva, ser responsables y no esconder la cabeza como la avestruz. Hemos dedicado mucho tiempo a crear nuestras comunidades en redes sociales y ahora ¡no podemos abandonarles! Tenemos que seguir al pie del cañón.

Debemos ir preparando la artillería para cuando podamos abrir: promociones, campañas de fidelización, campañas para llegar al corazón de nuestros clientes… Darles seguridad, contarles qué medidas estamos adoptando, en fin ¡debemos seguir comunicando! Además, la gente tiene memoria. Recordará quién le dejó tirado y quién no. Frase lapidaria, pero real como la vida misma.

Tendremos que estudiar, y quizás redefinir, nuestros negocios. Ver nuevas oportunidades, formatos, precios, etc. Tendremos que incorporar grandes cambios, reevaluar al poco tiempo de implementarlos, ajustar y así hasta que podamos volver a un modelo rentable y estable. No será fácil, pero lo conseguiremos.

Pensar en el cliente. Vivimos de nuestros clientes. No vivimos de ayudas. ¿Qué les está pasando a nuestros clientes? ¿Cómo se sienten? ¿Qué miedos tienen? Lo mejor es hablar con ellos. Tomar decisiones contando con ellos. La recuperación pasa por los clientes.

Según dicen los expertos ésta será una generación marcada por el coronavirus. Pero sobre todo debemos ser resilientes, una palabra que esta comenzado a escucharse cada vez más: resiliencia. En el ámbito de la física y la química la resiliencia designa la capacidad del acero para recuperar su forma inicial, a pesar de los golpes que pueda recibir y a pesar de los esfuerzos que puedan hacerse para deformarlo.
Así debemos ser resilientes. Como un muelle que se contrae y se deforma para luego volver al estado inicial. Esperamos que nuestra sociedad sea resiliente y vuelva pronto la recuperación. ¡Seguro que sí!