El gran despliegue ruso que no te debes perder

Servicio a la rusa

Hoy nos vamos a sumergir en el máximo exponente del follón de los follones en servicios de mesa. Si el francés te parecía especial prepárate para entender qué se le pasó por la cabeza al príncipe ruso Alexander Kurakin cuando se le iluminó la bombilla y organizó una mesa de ocho platos.

Para que te hagas un poco a la idea: el jefe de cocina prepara platazos superdecorados que acerca a la mesa en carrito. Tú, como camarero, deberías tener título de trinchador para poder cortar lo que haga falta delante del cliente.

En la práctica, el servicio a la rusa se combina con el servicio a la inglesa que, como ya sabrás, es aquel en el que un cabeza de mesa se pone manos al reparto entre otras peculiaridades también distinguidas.

En Rusia todo es grande. Tienen mucho espacio y por eso se necesita uno bien grande para montar una mesa como el Kremlin manda. Y esto es porque se requiere un carro en el que mostrar la comida sin incordiar a las mesas de al lado. Además, no puede faltar todo el aparataje: cuchillos, afiladores, mesa de servicio, mesa de flambear, mesa caliente, etc.

Cuando todo el mundo está sentadito en su sitio frente a su plato vacío con la servilleta coronando su plato, toda la cubertería desplegada a izquierda y derecha a excepción de los cubiertos de postre, comienza el ritual.

Los comensales despliegan las servilletas sobre su regazo, otean y seleccionan lo que les apetece comer y el camarero va trayendo los platos uno a uno en orden (entremeses, sopas, primeros, segundos y postres).

En este servicio, el maître ordena pero no interviene en el servicio dado que salen emplatados de la cocina. El camarero, en este aspecto, tiene que demostrar toda su memoria, rapidez y destreza a la hora de servir.

En este servicio el equipo de cocina es crucial en gran parte del proceso y el camarero debe tener un dominio y memoria extraordinario en la distribución y reparto de los platos.